viernes, 3 de diciembre de 2010

Shakira no se reenamora ni compra la casa de Meca

Cap problem”, dijo y sonrió. Con tal simplicidad la diva rubia aclaró, precisó y tranquilizó. En un perfecto catalán aprendido de su madre, disipó rumores que la emparejaban nada menos que con Piqué, el jugador culé. En una osadía imparable, algunos hasta los habían visto “un domingo, en Blanes, pegándose un lote en un hotel”. No faltaba rotundidad detallista en la afirmación y persistían en la autenticidad del romance que nunca existió. Ni su interés por la residencia -enorme, fría, como de catálogo- de David Meca.

Engrosa la lista de populares que durante casi 40 años han hecho del anuncio de Freixenet algo consustancial a la Navidad, tan imprescindible como el turrón o la sopa de galets, tradicional en Cataluña, donde Mas se dispone a ejercer de rey Arturo con Helena Rakosnik de prudente Ginebra. Su aparente frialdad es sólo imagen pública, nada que ver con la calidez de su unión. De ella me habló durante el homenaje barcelonés que el Círculo del Liceo dedicó a Montserrat Caballé en su medio siglo de dedicación operística.

María Emma Mejía, mano derecha de Shakira y ex ministra de su país, se ha convertido en consejera áulica con el también ex ministro español José María Michavila, que actúa de mentor, abogado y orientador. Por si no bastara con Antonio De la Rúa, su entregada pareja, que desde un discreto extremo del salón siguió la más breve rueda de prensa bautizadora del anuncio burbujeante. Apurando los minutos porque esa noche ponían fin a la gira europea jalonada de llenazos, estruendo y afirmación de que se ha convertido en la más significada artista latina.

El chispeante anuncio ha hecho historia desde Liza Minnelli, irreconocible tras su última operación facial, hasta la magia de Shirley MacLaine, la apostura viril de Paul Newman, las arabescas danzas de Gene Kelly, la cautivadora Gwyneth Paltrow o el gancho más que físico de Kim Basinger, que nos encandiló contrastando con la sequedad que un año después deparó la casi olvidada Andie MacDowell. El spot también sirvió para acordarnos de los grandes de un Hollywood excesivamente mitificado por la gran pantalla. Tenerlos a mano nos hizo descubrir su antipatía, Anthony Quinn se enfadó en Venecia con Mar Flores porque apareció con retraso y sin justificarse a la rueda de prensa compartida con Juncal Rivero y una Sofía Mazagatos hoy también desaparecida, con lo que nos divertían sus lapsus. Y ya no digamos del arrugadísimo Pierce Brosnan, arguyó prisas por volver a Miami y en sus sosas declaraciones tampoco estuvo muy cálido. Los informadores que componíamos ya equipo tradicional hemos de agradecer al espumoso catalán que se bebe en medio mundo la ocasión de apreciar, catar y valorar al personaje de cada Navidad por encima de su oportunismo promocionador.

Shakira entra en la relación de las más agradables, inseparable a su lado la ex ministra que preside la fundación Pies Descalzos, que realiza una gran campaña en el desolado Haití. A sus objetivos van los 500.000 dólares cobrados por esta colaboración. Shakira es solidaria, lo demuestra y no ceja en su labor auxiliadora de los necesitados. Un esfuerzo que le reduce risa, mirada iluminada por la buena causa, gestos amables y respuestas sin acritud. No esquivó preguntas tomando a broma su posible encandilamiento del deportista blaugrana. De la Rúa, que es de su misma estatura no excesiva y tiene labios carnosos que provocaron tantos ayes como el caderamen de la rubia estrella que por segundo apellido tiene Ripoll, más parece un galán de película italiana.

Puesta de largo en Barcelona.

Y en eso contrasta con otro novio puesto de largo en esta Barcelona inmersa en electoralismo. Me refiero al ya establecido romance entre Montsita Martín Caballé, hija única de la diva insuperada, y Daniel Faidella, un empresario sagaz, hombre de puro riesgo que desde la sala Razzmatazz ofrece los mejores conciertos del género. Tras un matrimonio-puñalada de coprotagonismo desleal y trepador del que se soltó no sin esfuerzo, unión con desenlace que asombró a sus amigos porque Montsita conocía al infiel desde su más tierna infancia. Daniel apareció discreto, prudente, sin ánimo trepador y muy pendiente de esta niña de los ojos de Montserrat y Bernabé. Asistieron admirados a esta circunstancial resurrección del Gran Liceo. Vivió una noche con visos de histórica como las que Caballé prodigó en medio siglo de actuaciones.

La quintaesenciada concurrencia de 300 super vips juntó desde Paul Sarkozy y Cristina, su cuarta esposa, al profesor Joaquín Barraquer o Maciá Alavedra reapareciendo tras su encarcelamiento mientras su esposa Doris Malfeito se hacía notar atrevida bajo capa blanca ribeteada en zorro, como si sus enredos no bastaran para hacerla sobresalir. Siempre lo hace con tono altisonante que los avatares del trinque extraoficial no rebajaron. Su estridencia característica chocó con el empaque acrecentado de Carmenchu Mateu, señora de Perelada y mantenedora constante del festival estival que en su próxima edición celebra un cuarto de siglo: “Queremos conmemorarlo reponiendo el donazzetiano Viva la mama, gran éxito cómico de Montserrat Caballé que lo exhumó hace 25 años. ¡Cómo pasa el tiempo...!”.

Paloma O’Shea, tan poco dada a expansionarse en reuniones sociales, pasó cálida el brazo sobre el hombro de Montserrat. Tiene vieja amistad colaboradora en múltiples conciertos. La señora de Botín rompía la tónica predominante de negros con traje Valentino. Destacaba como Luisa Sallent, última compañera de J.A. Samaranch, con tipo de maniquí en ejercicio, un estilazo dificultado por caminar apoyada en muletas. “Tuve una caída casera, me rompí un tobillo y me queda para tres semanas”, suspiraba con resignación. Mientras Paul Sarkozy fue el único de la vieja escuela que besó la mano de Montserrat, su cuarta esposa compartía con la siempre risueña, animada y entretenida Maika Pérez de Caobas, que también evitó la casi monotonía monocromática en negro tan sólo aliviada al contrastar con brillantes de los que ya no se estilan. Mientras Dina Grijalbo, tan histórica en el mundo editorial de aquella Barcelona digna de Lampedusa, en este refulgir ocasional de tributo a Montse optó por rubís sobre gargantilla de brillantes.

Palabras cálidas y emocionadas.

Antonio Cano y Manuel López contribuían refinados desde los fajines ya trasnochados en la etiqueta igual que Carlos Martorell, un relaciones públicas de los que ya no quedan, con sus botonaduras de brillantes al aire de Juan Francisco Marcos y Arturo Suqué dos adalides de la buena música. El último al frente rector del Gran Liceo que durante largos años fue el único teatro operístico de este país nuestro.

Caballé tuvo palabras sentidas, cálidas y emocionadas para los mecenas de su carrera, los Bertrand y los Rocha. Marisol y Adela con Manuel Bertrand Vergés recogieron un expresivo reconocimiento a la ayuda prestada por sus antecesores: “No sólo pagaron mi carrera en el conservatorio del Liceo, también los estudios de mi hermana y hasta el alquiler de nuestro piso. La madre del doctor Rocha incluso me enseñó a comer, dominar los cubiertos y darme una educación que no desentonara, decía ella, de ‘la mesa del Rey’. Cuando años más tarde me senté con Sus Majestades, nunca olvidé sus consejos. Son parte de mi vida y mi otra familia”, se conmovió arrancando más lagrimeo de su imponente solitario amarillo de siete quilates. Lo completaba con otro brillante menos impactante montado sobre zafiros: “Un regalo de Bernabé en nuestro veinticinco aniversario matrimonial. Confío que Dios nos deje llegar al medio siglo. Sólo nos faltan los nietos, Montsita va en camino, pero mi hijo no acaba de decidirse. Se acostumbró demasiado a la soledad de su trabajo neoyorquino”, reveló como el origen siberiano de su visón negro rasado ribeteado en esponjosas chinchillas, ante un alcalde Hereu que no dejó de provocarle carcajadas. Montaron mano a mano hilarante ante Xavi Trías viéndolas venir como la condesa de Godó bajo su diferenciadora gargantilla italiana en ébano y pavé diamantífero. La anotó García Nieto, presidente del remozado Círculo del Liceo agasajador, que en tiempos prohibió que la cantante ingresara como socia. Tenía reglamento estricto y patriarcal y usaban las bolas negras: “Pero eso fue en el siglo pasado”, minimizó Caballé, firme en su propósito de morir cantando. “Sólo me veo viajando. Y por fin cumpliré el viejo sueño de conocer Hawai, a donde quisimos ir en viaje de novios. Pero no teníamos medios. Ahora me ofrecen cuatro conciertos con mi hija, y haremos viaje familiar”, concretaba realmente ilusionada.

Premios a un año de trabajo.

Y también lo estuvo Trini del Bosque, esposa del entrenador nacional, al verlo recompensado con el tercer premio Espejo Público. Las seguidas mañanas de la versátil Susanna Griso rematan año reconociendo a los mejores. El Padre Ángel y Luis Homar quedaron finalistas arrollados por el ya histórico y perdurable eco de Sudáfrica con la Roja. Vicente del Bosque no ha cambiado, sencillo, discreto, humilde y paciente. “Llevamos 39 años casados, sí 39 que pasaron en un vuelo y todavía me sorprende con sus atenciones hacia los demás, mi madre convive con nosotros y mi marido sólo piensa en ella. Y ya no te digo con los niños”, descubría a Gloria Lomana, exquisita en su conjunción de cremas, buen choque con la negrura de otras invitadas. Porque mientras la rubia y esbelta presentadora matinal realzaba fachón con traje rojo gamba anudado al cuello sobre zapatos bicolor en crema y negro, Bárbara Rey lució un dos piezas casi minimalista animado por un clutch Swarovsky de pedrería granate que encajaba con el ancho aro de rubís y esmeraldas. Mujer de gran talante por encima de su físico un poco asustador -pero las apariencias engañan- sorprendió a una Isabel Sartorius bajo celosía negra veladora de cuerpo y brazos. Mantiene los ojos asustadiza, siempre insegura incluso tras perder 17 kilos gracias a un tratamiento argentino de lo más estricto. No es el caso de Montse Caballé sobrina, a quien la doctora Foch hizo perder 33 kilos en sólo cinco meses. “Y como de todo”, repitió ante su padre Carlos reilusionado hasta sentimentalmente tras un error médico que casi le cuesta la vida.

Eva Zaldívar afianzaba fortaleza tras romper con Jesús Cabanas, ex de Marta Sánchez. Paloma Lago escogió apitillado pantalón en noche tan realzadora de deportividad donde Leire Pajín destacó con su abrigo-gabardina –¿o sería una bata doméstica?– anudado a la cintura. De un granate afresado, tenía aire étnico y ecos de tam tam con cintas multicolores en puños y bajo formando contraste multicolor. Rejuvenecida por coleta y gracias a carreras desintoxicadoras de su entrega política, Leire encandiló a un Javier Bardají y un Silvio González marcador de la filosofía televisiva ante Dolores de Cospedal, rojinegra como de la CNT. Matizó directrices y dejó más claro que si Antena-3 es para la competencia o incompetencia cadena triste, más exacto resulta lo de cadena seria. Sin estridencias ni chillidos. Y, menos aún, explotando miserias o desvío de colaboradores. Esto lo aporto como opinión personal. Y ahí queda.

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