miércoles, 12 de enero de 2011

El mejor año de sus vidas: Shakira y Sofia Vergara

Sofía Vergara, la rubia que se volvió pelinegra, y Shakira Mebarak, la morena que ahora es rubia, tienen más coincidencias que diferencias. Sus vidas exitosas comenzaron casi a la misma edad, fluyeron paralelas en escenarios similares, vivieron tragedias casi iguales y se unen de nuevo en 2010, cuando han pasado a ser un referente mundial de nuestro país. Es su año.


Las dos son barranquilleras. Las dos, a los 16 años, ya hacían noticia. Sofía Vergara participó como extra de un comercial de Pepsi y el director del mismo, Mario Mitriotti, angustiado ante una nueva exigencia del cliente por rodar una segunda parte del mismo, recordó que una joven extra había paralizado al equipo de producción con su cuerpo perfecto en el primer rodaje. Para el siguiente comercial –en el que ninguna modelo conocida satisfacía el gusto del cliente– se la jugó por esa primeriza y la convenció de que se quitara la ropa y la arrojara en la arena con la intención de no quemarse los pies. La joven lo hizo a pesar de su timidez extrema. El comercial se rodó y se popularizó de inmediato al punto de ser hoy quizás el más célebre de la marca en el país. Sofía, acosada de repente por las cámaras que querían saber de dónde había salido y avergonzada por su repentina celebridad, juraba en ese entonces a los medios que no volvería a hacer televisión para que no la vieran más.

Shakira Isabel Mabarak, a esa misma edad, ya había sacado su segundo disco y pujaba por ganarse un espacio a como diera lugar en el mundo de la creciente farándula colombiana, que no había vuelto los ojos a sus dos primeras producciones –ninguna de las cuales se consigue hoy–, a pesar de que a su corta edad ya cantaba y bailaba en Barranquilla y en Telecaribe era ganadora consecutiva de los concursos de talentos. El periodista Carlos Hugo Jiménez recuerda que un día en que se encontraba ocupado la joven barranquillera lo esperó sentada por dos horas en la salita de espera para que la atendiera en su despacho, justo cuando su nombre ganaba celebridad por un hecho superfluo que nada tenía que ver con la música: el título que se llevó a los 17 años por tener la supuesta mejor cola del país. Con el tiempo, Shakira también realizaría comerciales para Pepsi.

Las dos, entonces, entraron a la celebridad por sus cuerpos y su belleza antes que por su talento real. Las dos, a pesar de su desparpajo caribeño, eran tímidas y vivían la vida aprisa. Sofía se casó a los 18 años y fue madre a los 19. Shakira vivía dedicada a la música desde los trece años y su adolescencia fue más una rutina de cantos, ensayos y obsesión por alcanzar la fama que una pubertad corriente. Las dos, con el tiempo, llegarían a Bogotá.

Ambas, en la capital, entrarían a la televisión y cumplirían con el ritual de que para triunfar hay que pasar por allí. Con la novela El oasis, la joven Shakira logró un protagónico junto al actor Pedro Rendón en una novela en horario triple A producida por Cenpro, sobre un amor incestuoso que tuvo un mínimo éxito, pero que la puso a sonar en un país de telenovelas, a pesar de que ella misma confiesa que actuó mal en su papel como Luisa María Rico, pero que eso le sirvió para recibir un sueldo y pagar las facturas de la época, cuando su familia se encontraba en quiebra. Un desnudo breve suyo en el cabezote de presentación, una canción escrita con Estéfano y el estribillo que repetía “un oasis de placer en este mundo quiero ver” puso de relieve su nombre en sus inicios. Hoy es imposible conseguir la telenovela y corre el fuerte rumor de que
la artista compró los derechos para impedir que alguien la vea.

Sofía Vergara, por su parte, acababa de ser mamá cuando también migró a la capital de Colombia para estudiar odontología, una carrera que nunca terminó. Su hijo Manolo había nacido del matrimonio temprano de la joven, que sin embargo sólo duró dos años. La carrera quedó trunca porque su porte de facciones precisas con intensos cabellos rubios la catapultaron a la fama, y cuando  menos se lo esperaba le surgieron portadas de revistas con fotos cada vez más sensuales centradas en su figura voluptuosa y contratos publicitarios que la llevaron a abandonar su decisión de estudiar con juicio y alejarse de las cámaras. La joven llegó a la televisión, ganó el concurso de la modelo del año, fue presentadora, realizó calendarios y pronto migró a Miami, donde desapareció para siempre su famosa timidez. Allí apareció en revistas como Vanity Fair, People y Maxim, triunfó como conductora de los programas Fuera de serie y ¿A qué no te atreves? y fue portada de más de cincuenta publicaciones mundiales. Parecía haber tocado el cielo, pero le faltaba.

Lo mismo le ocurría a Shakira. A los dieciocho años la joven, radicada en Bogotá, se la jugó con su tercera producción, Pies descalzos. El éxito fue inmediato. Vendió cinco millones de discos. Emilio Estefan apareció en ese momento y desde Miami trabajó el ascenso de la joven a la fama, que le llegó dos años después con ¿Dónde están los ladrones?, el álbum que la convirtió en una estrella en el mercado hispano y que convirtió sus movimientos de cadera y su voz en un referente de Colombia. Desde entonces se radicaría en Estados Unidos y al igual que Sofía Vergara, aprovecharían su desparpajo barranquillero, su juventud, su origen y sobre todo esta vez su talento para posicionarse en un mercado difícil, en el que los latinoamericanos se limitaban a trabajar con el público hispano y pocas veces penetraban en el mercado en general. Casi al mismo tiempo, las dos se abrieron campo con el inglés y se hicieron a un lugar en el mundo anglosajón, lo que equivale a decir en el mundo entero, gracias a la capacidad de mercadeo y a la penetración que tiene lo que se produce en el país del norte.

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